Adán
Autor: Dexter Callender
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)
¿Quién es la persona “Adán”?
Convencionalmente, a Adán se le considera simplemente la mitad masculina de la primera pareja humana. Pero ¿qué pasa si entendemos la declaración “Hagamos a adam” (Gn 1:26) incluyendo la noción de humanidad en general? En este sentido, el adam de Génesis 1:26 denota el arquetipo de la persona humana, una compleja expresión de las potencialidades relacionales de clase, pluralidad e individualidad. Más adelante, Génesis 5 presenta a Adán como un arquetipo con una historia que conecta las genealogías de los primeros humanos con las generaciones posteriores (Gn 5, Gn 10:1-32, Gn 11:10-32; comparar 1Cr 1). La colectividad (Gn 5:1), la pluralidad (Gn 5:2), y la individualidad (Gn 5:3-5) se unen en Adán, el progenitor del ser humano.
El texto hebreo sobre la creación y las narraciones del Edén en Génesis 2-4 tiende a evitar explícitamente el uso de adam como nombre personal y cuando lo nombra utiliza el prefijo con el artículo definido (ha-adam). Curiosamente, la Septuaginta con frecuencia se refiere a (ho) Adam como “el Adán”, además de anthropos (“humano”), aunque el nombre de Adán solo, sin el artículo, también aparece en sus páginas. Usando el marco literario de Génesis 1-5, podemos considerar a los dos miembros de la pareja como representación de los aspectos de un solo arquetipo adam – compuesto de tierra (en hebreo adamah; Gn 2:7), que contiene potencialidades masculinas y femeninas (Gn 2:21-23; compárese con Gn 1:26-27, Gn 5:1-12), dotado de ciertas capacidades como Dios (Gn 2:19-20, Gn 4:1, Gn 4:25; compárese con Gn 1:26-27), y fatídicamente propenso a adquirir otras (Gn 3:6; Gn 3:22).
Otros textos de la Biblia Hebrea describen al sujeto arquetípico en términos que reflejan las narrativas del Génesis, en particular el problema del deseo, adquisición y mal uso de la gran sabiduría (ver, por ejemplo, Job 15:7-8 y Ezequiel 28:11-19). También encontramos fuera de la Biblia una figura similar, en el mito mesopotámico de Adapa. Este nombre equivale a la palabra “humano” y puede estar relacionado etimológicamente con adam. En el mito, Adapa es denominado como “semilla de humanidad”, está dotado de una gran sabiduría, pierde la vida eterna por las instrucciones sobre la comida y la bebida de una manera que se asemeja a Gn 2-3. Así, la genealogía de Génesis 5 sugiere que Adán, la persona humana, es la encarnación de todos los “humanos” (en hebreo bene adam, es literalmente “hijos de adam”, Dt 32:8, Sal 8:5-6).
¿Era Adán originalmente andrógino?
Muchos de los primeros intérpretes de la Biblia creían que Adán era andrógino. Esta idea también se encuentra en Platón (Symposium 189c-193e) y se discutió en círculos rabínicos (Gen. Rab. 8:1; b. Meg 9a). Los recientes estudios de género en las ciencias y en las humanidades revelan una tremenda complejidad, por lo que no debería sorprendernos la dificultad y la ambigüedad de la representación bíblica de adam. Algunos textos parecen deliberadamente ambiguos en este punto. El cambio repentino a la primera persona del plural que acompaña el anuncio de Dios de la creación de la humanidad en Génesis 1:26 (“Hagamos al adam a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, cursivas añadidas) ciertamente podría estar asociado con un énfasis en lo masculino y femenino. Algunos biblistas consideran que esta escena es un reflejo de la escena de una reunión de dioses, una imagen de archivo del antiguo Oriente Cercano. Pero en las tradiciones del antiguo Oriente Cercano era común expresar relatos sobre los orígenes en término de complementariedad hombre-mujer (por ejemplo, Enki y Ninmah, Enki y Ninhursaga; Atrahasis [versión asiria]; compárese Tiamat y Apsu en Enuma Elish y otros mitos teogónicos pares). El principio de complementariedad también puede estar detrás de la siguiente fórmula: “a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó” (Gen 1:27, cursivas añadidas, RSV; compárese Gen 5:1-2). En Génesis 2, la mujer (en hebreo, ishshah) y el hombre (hebreo, ish) son los dos lados de la totalidad humana. El juego de palabras también se mantiene con la noción de complementariedad. Filón, comentarista del primer siglo, pensaba que Génesis 1 describía la androginia de la figura humana genérica inicial, mientras que Génesis 2 se centraba en la diferenciación física de hombres y mujeres de una sola entidad física. En última instancia, restringir la persona de Adam a un hombre en particular o a una noción de “masculinidad” es pasar por alto la complejidad expresada en la primera persona humana.